Innovación ≠ Seguridad
Derivado de los efectos adversos del COVID-19, muchas organizaciones se vieron forzadas a probar su capacidad de resiliencia y, para aquellas que sobrevivieron el factor común sin lugar a duda se llama innovación.
La innovación por definición es la acción y el efecto de alterar algo introduciendo novedades que generen un valor mejorando la expectativa y/o experiencia que recibe el cliente.
Dichas organizaciones debieron tomar decisiones rápidas, adoptar nuevos modelos de gestión, adaptaron sus procesos para medir el desempeño, crearon nuevas estructuras e implementaron mejores prácticas, etc. utilizando en su mayoría únicamente el criterio de disponibilidad.
Algunos ejemplos prácticos que ejecutaron las organizaciones fueron la adopción de VPNs para el trabajo a distancia de sus colaboradores, el uso de la nube para montar procesos de negocio que antes parecía casi imposible poder hacerlo, mover la cadena de distribución a plataformas de entrega, etc.
Después de poco más de año de cambios, es momento de evaluar los escenarios actuales de riesgo derivados de la innovación, así como introducir controles que nos ayuden a disminuir los efectos adversos que podrían ser catastróficos en un corto tiempo.
Un ejemplo de dichos efectos adversos es el derivado de la falla crítica que existe en la base de datos de Azure, la cual permite a cualquier cliente de Azure acceder a las cuentas de otros clientes sin autenticarse.
Citando en síntesis al vicepresidente y primer ministro de los Emiratos Árabes “La innovación no es una opción, es una necesidad, las compañías que no innovan se arriesgan a perder competitividad”
Por lo tanto, es importante para cada Organización identificar, evaluar, nutrir y desarrollar la generación de valor.